El bajón que muchos pronosticaron jamás llegó. El Leicester City se ha proclamado, por primera vez en su historia, campeón de la Premier League. Uno de los hechos más épicos que jamás se han producido en el fútbol. En una competición plagada de millones, el ganador no ha sido uno de los teóricos favoritos. De hecho, los foxes distaban mucho de serlo al comienzo. Mahrez, Vardy, Kanté, Drinkwater, Okazaki y compañía brillaron de la mano del italiano Claudio Ranieri.
Poco a poco se fue convirtiendo en el equipo de todos. En agosto sólo era un conjunto inglés más, casi siempre en un viaje en ascensor entre la Premier y la Championship. En su palmarés, tres Copas de la Liga, la última en el año 2000, un subcampeonato de Liga a finales de los años veinte y cuatro veces subcampeón de la FA Cup, la más reciente data de 1969. Trayectoria muy humilde para un club cuyo mayor enemigo deportivo es el Nottingham Forest, dos veces campeón de Europa a finales de los setenta, que a su vez mantiene una fuerte rivalidad con el Derby County, la cual deja en un segundo plano la que tiene con los foxes. Y de una ciudad que en 2014 era la octava con mayor población de Inglaterra y la décima del Reino Unido.
Pocos sabían del Leicester City más allá de que era un modesto que peleaba por la permanencia cuando se asomaba por la Premier League. Su propietario es el tailandés, de apellido impronunciable, Vichai Srivaddhanaprabha y en su salón de la fama aparecen nombres de leyendas como Gary Lineker o Gordon Banks.
Nada hacía presagiar lo ocurrido esta temporada. Hace un año, los foxes se salvaban de forma milagrosa tras una gran remontada y después de un curso muy duro en el que estuvieron unos 180 días en la posición de colista. La campaña 2014/2015 terminó bien pese a las dificultades. Una racha tan espectacular como complicada de lograr, seis victorias en siete encuentros, posibilitó la estancia del Leicester en la Premier 2015/2016. En el año actual se forjó la leyenda. La de un cuadro que plantó cara a la lógica, desafió a los grandes, se subió a un trono que nadie le otorgaba y se convirtió, por pleno derecho, en el equipo al que animaba todo aficionado al fútbol que no tuviese a los suyos peleando por el título inglés.
La llegada de Ranieri
Las sorpresas comenzaron en verano. El técnico que había logrado la salvación, Nigel Pearson, fue despedido y el club nombraba al italiano Claudio Ranieri como sucesor. Entrenador veterano, con una importante trayectoria en Italia y con experiencias en España, Inglaterra y Francia, pero devaluado. Ranieri había sido destituido de su cargo de seleccionador de Grecia por culpa de una sonrojante derrota contra las Islas Feroe en noviembre de 2014. Se encontraba seguramente en el momento más bajo de su carrera. El antiguo míster de Valencia, Atlético de Madrid, Chelsea, Roma, Juventus, Inter o Mónaco se convirtió en la cara de la sorpresa. Su llegada se vio rodeada de escepticismo. El mismo Lineker se mostró contrariado en su perfil de Twitter el día del anuncio oficial.
El Leicester de Ranieri ganó los dos primeros partidos, al Sunderland (4-2) y al West Ham (1-2). Parecían seis puntos que le harían obtener un colchón para conseguir su verdadero objetivo: la permanencia. A las dos jornadas inaugurales les siguieron dos empates ante Tottenham en casa (1-1) y Bournemouth fuera (1-1), antes de la primera gran tarde. Su estadio, el King Power Stadium, vibró con la remontada al Aston Villa en el quinto compromiso. En el minuto 70, los foxes perdían por 0-2. Acabaron venciendo por 3-2. Quedaba confirmado el ilusionante comienzo de campeonato. La primera derrota no llegó hasta el 26 de septiembre, cuando el Arsenal les goleó en su propio feudo por 2-5. Muchos pronosticaron entonces que los de Wenger habían bajado de la nube al Leicester, que ahora volvería a la cruda realidad.
Ese bajón no apareció. A la derrota contra el Arsenal le siguió un triunfo en el campo del Norwich City (1-2), un empate en el difícil St. Mary's Stadium de Southampton (2-2) y una victoria como local frente al Crystal Palace (1-0). Aquello fue el inicio de una racha inmaculada que tuvo al Leicester sin perder hasta el boxing day (26 de diciembre), cuando cayó por 1-0 en Anfield. Por el medio, ganó por 2-1 al Chelsea de Mourinho y consiguió triunfos de prestigo en los campos de Newcastle (0-3) o Everton (2-3).
El gran partido en el Etihad Stadium
Cayó en la visita al Liverpool, pero el bajón tampoco llegó ahí. Después de empatar a cero ante el Manchester City y el Bournemouth golpeó al Tottenham en White Hart Lane (0-1), ya con la segunda vuelta empezada, y se dio el pistoletazo de salida a una dinámica que acabaría siendo decisiva para obtener el título. De manera consecutiva, los de Ranieri tendrían que enfrenarse al Liverpool en casa y visitar el Etihad y el Emirates. Camino determinante para decidir las aspiraciones de la mayor sorpresa inglesa.
Al Liverpool le batió con dos goles de Vardy, para luego pasar por encima del Manchester City en uno de los días más brillantes del Leicester City. El resultado final en el coliseo citizen fue de 1-3, doblete de Huth con tanto y gran actuación de Riyad Mahrez. No pudo redondear el buen momento ganando al Arsenal, que le derrotó en Londres en los últimos minutos por 2-1, pero los foxes superaban un tramo muy dificultoso del calendario situados en lo más alto de la Premier League. Afrontando con plenas garantías lo que restaba de campeonato, siendo ya una realidad evidente su candidatura al título.
Ni estaban ni se esperaba por Manchester United y Chelsea, mientras que Arsenal y Manchester City se derrumbaron. La única oposición al Leicester era el Tottenham de Mauricio Pochettino. Los spurs hacían los deberes cada fin de semana, pero no recortaban. Los de Ranieri se transformaron en una máquina de sumar. Desde su derrota en el Emirates han hecho 24 de 30 puntos en juego, equivalentes a siete victorias (cinco de las cuales fueron por 1-0) y tres empates. Una dinámica increíble que se terminó con una igualada en Old Trafford y que ha acabado por subirles a lo más alto de la tabla. Seguramente, merecían conquistar la Premier jugando. Hasta para eso fue especial el Leicester City, que se convirtió en campeón matemático gracias al 2-2 firmado por Chelsea y Tottenham el pasado lunes, con un gol espectacular y decisivo de Eden Hazard en los últimos minutos.
El sábado será el fin de fiesta en el King Power Stadium. El duelo ante el Everton despedirá una temporada de ensueño para un equipo cuyo once inicial se conoce de memoria y quedará grabado en la historia del fútbol inglés: Schmeichel; Simpson, Morgan, Huth, Fuchs; Mahrez, Kanté, Drinkwater, Albrighton; Okazaki y Vardy. Rara vez cambiaba la alineación Ranieri. Schlupp, Ulloa, King o Gray solían ser protagonistas en la segunda mitad. Autores de un fútbol sencillo, eficaz, con contragolpes de vértigo, mucha pasión, lucha y sin fisuras en defensa.
Cada futbolista tiene su propia historia y esta daría para un artículo propio. Ha sido el equipo de todos, y lo seguirá siendo durante algún tiempo. Sus hinchas se frotan los ojos. Ya no es un sueño. El rey de Inglaterra no es el millonario Manchester City, ni el poderoso Chelsea, ni el derrochador Manchester United, ni el mágico Liverpool, ni el histórico Arsenal, sino el épico y romántico Leicester City.
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