Tras conseguir el mayor balance de puntos de su historia en un campeonato liguero (insuficiente no obstante para levantar su primer título de Premier League) y conquistar de nuevo la Liga de Campeones, el Liverpool busca la calma. La temporada de los 'reds' ha sido sobresaliente y Jürgen Klopp no quiere sobresaltos en lo que a incorporar caras nuevas se refiere. En cuanto a incorporaciones y a abandonos, porque sus peces gordos están incondicionalmente volcados en su proyecto y no se contemplan salidas por mucha oferta tentadora que pueda trasladarse a las oficinas de Anfield.
Y es que el Liverpool, al fin, parece haber confeccionado un plantel competitivo y compensado que anhelaba durante tantos años. Alisson ha evaporado por completo los fantasmas que instalaron Mignolet y Karius en la portería, Van Dijk no solo se ha erigido en el mariscal de la defensa sino que además hace mejores a quienes le rodean, el centro del campo funciona como las agujas del reloj con un Henderson en más modo capitán que nunca y el tridente de ataque se entiende como si hubieran jugado juntos desde pequeños. Un buque insignia con el sello Klopp.
Pero es que hasta los menos habituales se enchufan cuando toca ganarse las habichuelas sobre el verde. Matip ha completado un final de temporada excepcional haciendo olvidar a un Joe Gomez que estaba firmando un ejercicio de notable alto hasta su fatídica lesión, Milner está viviendo su decimocuarta juventud cargando a sus espaldas el cartel de 'chico para todo' y a Origi se le conoce ahora más allá de los memes. Todos cumplen cuando salen a la pizarra.
Por ello, el Liverpool no necesita agitaciones en el mercado de fichajes. Cuando la llegada de nuevas figuras se presumía una solución a los problemas en el juego y los resultados, ahora resulta más un trámite que cualquier otra cosa. Atrás quedaron las jornadas de movimientos y exclusivas esperando un bombazo millonario como bálsamo cargado de ilusión en la hinchada. Este año, salvo sorpresa mayúscula, no va a ser así. Y la mejor noticia es que tampoco preocupa. Ni siquiera la posible vuelta de Philippe Coutinho hace cosquillas por Anfield, la cual se atisba menos probable todavía tras sugerir Klopp que no estarían dispuestos a asumir su elevado precio.
Porque no es fácil ser el chico nuevo de la clase en este Liverpool. Hacerse un hueco en una plantilla que ha madurado a pasos agigantados en las dos últimas temporadas se ha convertido en una temeridad para todo aquel que viene de fuera. Confiar ciegamente en los que están como filosofía. Y no es de extrañar. Ellos solitos se han ganado el crédito.
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