En el momento que hay que atarse los machos más fuerte que nunca, al Liverpool le crecen los enanos a velocidad de Goku mutando en súper guerrero. Tras confirmarse en primer lugar la baja de Roberto Firmino, Jürgen Klopp ha comunicado que Mohamed Salah también tendrá que hacer cola en la enfermería, quedando Sadio Mané, por consiguiente, como único compareciente del consolidado tridente de ataque para afrontar el encuentro decisivo ante el FC Barcelona. Una agotadora etapa de montaña no solo por la fatalidad de las últimas bajas (Naby Keita incluida) y la poderosa entidad del rival, sino también por el abultado resultado que debe voltear el conjunto 'red' si quiere estar en la final del Metropolitano. ¿Alguien da más?
La victoria in extremis del sábado ante el Newcastle fue un bálsamo que se ha venido abajo con las bajas de dos de las piezas fundamentales del Liverpool. "Mi gozo en un pozo" pensará para sí mismo un Divock Origi al que se le presume como principal candidato para suplir una de las dos ausencias. Si los 'reds' terminan conquistando el título de liga, muchos se acordarán también de su tanto sobre la bocina ante el Everton, desde luego.
Más dudas oscilan alrededor de quién será el otro nuevo socio de Mané con Daniel Sturridge en posesión de mayor número de papeletas en detrimento de un Xherdan Shaqiri cuyo protagonismo en el equipo padece un decrecimiento notable. No por números, precisamente, ya que el suizo incluso firmó la asistencia de la diana final de Origi y sus seis goles en Premier hasta diciembre le avalaron como un efectivo a tener en cuenta por parte de Klopp. Por los motivos que sean, Shaqiri no actúa en un choque como titular desde la jornada 24 liguera y, desde aquel encuentro ante el Leicester a finales de enero, ha disputado únicamente 84 minutos repartidos en cinco partidos. ¿Y si la música de la Champions le tiene preparada una sorpresa?
El cruel destino le ha deparado encontrar nuevos camaradas a Mané para navegar en mar revuelto. 24 goles en todas las competiciones acumula hasta la fecha el senegalés, un registro que le otorga las riendas del timón sin excusas para titubear. Algún síntoma de titubeo presenta, no obstante, el rigor defensivo de un Liverpool que ha quedado ligeramente deslucido por los cinco goles encajados en los últimos dos enfrentamientos. El Newcastle le llegó a marcar dos, tarea que esta campaña en Premier solo habían conseguido el Manchester City, el Crystal Palace y el Burnley. Con la losa de revertir tres goles de diferencia, recuperar la seña de identidad del presente ejercicio se antoja fundamental, sin duda.
Una nube negra ha llegado a Anfield de visita, pero el Liverpool ya ha aprendido a resguardarse cuando pintan bastos. Bien le convendría contar, eso sí, con un Leo Messi encarnado en un ciclón prácticamente por todos los sitios donde pasa y que él solo ya se encargó de hacer añicos el despliegue ilusionante del Liverpool en el Camp Nou. Anfield tiene preparados los chubasqueros, pero ni por asomo quiere dejar de creer. Que les maten primero.
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