Los 50 millones que Tony Fernandes, inversor malayo y jefe de equipo de la escudería Caterham de Fórmula 1, ha gastado en fichajes no impiden el descenso del QPR
Cuando Esteban Granero fichó por el QPR el pasado verano, aseguró que “quería ser parte de este club por tratarse de un proyecto bueno para él mismo y para el propio QPR”. Casi un año después, el equipo que estaba llamado a ser la revelación de la premier, ha consumado el descenso a la Championship después de una pésima temporada en la que el Pirata ha pasado casi desapercibido.
La historia del QPR, un club fundado en 1882 en el distrito londinense de Hammersmith y Fulham y con una copa de liga (1967) como único título en sus vitrinas, cambió radicalmente en 2007 cuando, como viene siendo habitual en la última década en el fútbol europeo (excepto el alemán), los millones sedujeron a la entidad. Y es que, gracias a la inversión de Bernie Ecclestone y Flavio Briatore, el QPR se convirtió en un Fórmula 1 que en 2011 consiguió ascender a la Premier League.
Por entonces, el inversor malayo Tony Fernandes, dueño de la escudería Caterham de Fórmula 1, ya se había hecho propietario de un club en el que desembolsaría 50 millones de euros para aspirar a algo más que mantener la categoría.
Los 25 primeros fueron en verano. Fernandes confió su “empresa millonaria” a Mark Hughes, quien no fue capaz de ganar ni un solo partido en las primeras 12 jornadas con fichajes de la talla de Bosingwa, Park ji-Sung, Julio César o Esteban Granero entre otros. Todos ellos jugadores de renombre con experiencia en Champions League. Esta racha agotó la paciencia del inversor malayo y decidió apostar por un técnico de mayor prestigio, Harry Redknapp, ex entrenador del Tottenham Hotspur.
Redknapp no fue suficiente como revulsivo
En sólo unos días, Redknapp revolucionó el equipo con el fin de motivar a sus jugadores y dar esperanzas a una afición que veía como el club iba en picado a la segunda división. Primero lo hizo con las palabras: “hay jugadores en la plantilla ganando demasiado dinero para lo que son. Mucho dinero para su capacidad y para lo que dan al club”, para después pasar a la acción: “Este año no habrá fiesta porque no tenemos nada que celebrar”. Pero ni el mismísmo Guardiola, Mourinho o Vicente del Bosque serían capaces de enderezar el rumbo del conjunto londinense, en el que la indisciplina de algunas de sus estrellas –Bosingwa se negó a ser suplente en un partido ante el Fulham en diciembre- hacía patente la falta de conexión entre el equipo y los jugadores.
Fernandes intentó solucionar en vano el descosido con otros 25 millones de euros repartidos entre Christopher Samba (Anzhi) y Loïc Rémy. Sin embargo, a pesar de contar con una plantilla con un valor por encima de los 110 millones de euros, la décima más cara de la Premier, el QPR finalizará la temporada previsiblemente como el equipo menos goleador.
Y es que, a veces los millones se traducen en títulos, como el caso del Manchester City o PSG, pero el trabajo, la constancia y humildad se convierten en elogios, como le ha sucedido recientemente al Levante o al Swansea, campeón de la Capital One Cup.
Con elogios o sin ellos, Fernandes, quién tenía en mente construir un estadio a la altura del nivel Premiership, deberá reestructurar una plantilla insostenible en la segunda división, donde el QPR competirá la próxima temporada después de no saber sacar partido a 50 millones de euros.
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