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Y Manchester volverá a ser como antes

Las noches de Champions en Inglaterra solían ser mágicas en Manchester, capaces de levantar una eliminatoria con tan solo el misticismo que adquiría Old Trafford cuando se vestía de gala para una eliminatoria europea. Cada noche era especial, única. Cuando Sir Alex Ferguson se retiró en 2013, el Manchester United pasó por un tiempo de duelo, intentando cimentar un nuevo proyecto que ni David Moyes ni Louis van Gaal -este último tras iniciar el SuperBayern que acabaría ganando el triplete con Heynckes- supieron darle forma. Y Europa se olvidó de Manchester, y Manchester se olvidó de Europa. Por eso, cuando Pep Guardiola firmó por el Manchester City muchos en la ciudad, sobre todo en la acera del Etihad Stadium, se volvieron a ilusionar con un equipo campeón de Europa en su ciudad. Tres años después de su llegada, la ilusión sigue intacta.

El desgaste físico que ha sufrido la plantilla del Manchester City en el último mes y medio ha dañado la excelencia que intenta dibujar Pep Guardiola sobre el terreno de juego. Y este martes, en un (nuevo) White Hart Lane que vivía su primera gran noche europea, volvió a revivir los fantasmas de Anfield, esta vez ante un Pochettino que entendió a la perfección las debilidades que está teniendo el Manchester City para sacar sus partidos en este último tramo de la temporada. El técnico argentino eliminó a Fernandinho y Gundogan, los dos principales canalizadores del juego, con una presión asfixiante en la zona de tres cuartos para obligar a Laporte y Otamendi a buscar otras alternativas en la salida de balón. Sin la incidencia de Fernandinho en el juego, el Manchester City fue mucho más horizontal e inofensivo, una imagen que ya se ha visto esta temporada cuando el brasileño no estaba. Solo los destellos de Sterling parecían atormentar a los Spurs, como quedó reflejado en la jugada del penalti que Agüero, con un Hugo Lloris estelar, se encargó de errar.

Si durante el primer tiempo el Tottenham se encontraba realmente cómodo sobre el césped, el segundo acto nos regaló varias jugadas que reflejaron la incapacidad que tenían David Silva y Gundogan para conectar pases con Sterling y Agüero. Solo la lesión de Harry Kane parecía frenar al Tottenham; pero Eriksen y Son se encargaron de dinamitar el partido en apenas diez minutos. Tras la salida de Kane, el mediapunta danés adelantó la zona de recepción del balón para que Son y Moura tuvieran más libertad a la hora de atacar los espacios. Y el City comenzó a sufrir más. Al final, Eriksen encontró un hueco en la espalda de Delph para que Son, tras dejar sentado a Delph, pusiera el 1-0 en el marcador.

Solo Guardiola sabe las razones de la suplencia de Kevin De Bruyne en White Hart Lane, pero la derrota en Londres ha servido para obviar que, sin la magia y la creatividad que tiene el belga para romper las líneas defensivas rivales, el Manchester City encontrará muchas más dificultades para levantar la eliminatoria en Manchester. Un partido en el que el Etihad, quizá, firme su primera gran noche europea en su historia. O no.

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