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Cielo e infierno

Dramático descenso del Wigan, cómoda victoria y pie y medio en Europa del Arsenal. Las dos caras de la moneda. Puro fútbol. 

 

Había un partido vital esta jornada, sin duda era este. Los latics se jugaban la práctica totalidad de la permanencia en el Emirates. Encuentro muy complicado, ante un Arsenal que necesitaba ganar frente a su gente para entrar en Europa. Se sabía que el partido iba a ser duro, muy competido. Pero era difícil pronosticar un guión así. Al menos despues de los antecedentes del fin de semana, con la victoria del Wigan en la final de la FA Cup ante un equipo, a priori, mejor que los gunners.

Desde el comienzo se vio claramente como iba a desarrollarse el partido. El Wigan, aún exhausto de la final, especularía con los errores del Arsenal. Y los de Wenger jugarían con la ventaja de que son mejores y que jugaban en casa. Ya en el diez de la primera parte perdían los chicos de Bobby Martinez, con un gol de Podolski tras un corner botado por Cazorla. Pintaba mal, pero el Wigan iba a pelear con las pocas armas que tenían. Y es que, por mucho que lo intentaba el Wigan, nada salía bien. Muchas imprecisiones desde la zona de creación, Maloney cubierto de sobra y Arouna Kone cual islote en el mar. Cero ideas. A pesar de todo esto, al Arsenal se le veía muy nervioso, errático, fallón. El premio de entrar en Europa es altamente cotizado, hay que pelearlo. Pero los chicos de Wenger van como el estudiante que va al examen habiendo estudiado pero con el riesgo latente de poder suspender.

La primera parte no tuvo mucha historia, salvo en el último minuto del tiempo reglamentario. Tras una falta de Arteta en la frontal, Maloney clavó un estupendo misil ajustadisimo, imposible para Szczesny.

En cambio la segunda parte fue el comienzo del fin. El hundimiento del Wigan y el triunfo del Arsenal. La triple  oportunidad del Arsenal en el cincuenta era un alegato. Eran los gunners cincelando la lápida del Wigan. Cazorla, auténtico brazo ejecutor dio dos asistencias de gol. Una a Walcott en el sesenta y dos.  Otra a Podolski instantes después. El cuarto, el de Ramsey, fue la puntilla. Contra con todo el Wigan entregado al ataque, a la desesperada. Como los espartanos, arrinconados, murió el Wigan. Trallazo a la escuadra. Fin del sueño.

Lo bonito para el Wigan es que este equipo siempre será recordado por el magnicidio de Wembley. En ocasiones como esta, el descenso duele un poquito menos.

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