La vida está llena de decisiones. Decisiones impulsivas, decisiones reflexivas, decisiones banales, cuotidianas. De entre ellas, las decisiones arriesgadas, aquellas que van a provocar un cambio radical con la intención de mejorar la situación actual, son las que más importancia tienen seguramente por la situación límite en que se toman. Para el Sunderland, para Gustavo Poyet, la decisión arriesgada de recuperar a un chico llamado Connor Wickham de su exilio en Elland Road ha sido, sin duda, una decisión acertada.
Connor Neil Ralph Wickham, nacido en 1993 y procedente de la cantera del Reading, es una de las grandes promesas del fútbol inglés desde que lo fichara el Sunderland, o mejor dicho, desde que marcara aquel “wonder goal” con la camiseta del Ipswich Town gambeteando y haciendo bailar a su aire a todo un Sheffield United que le valió –además de otros tantos goles- su fichaje por el equipo Premier. El Sunderland apostó fuerte por este adolescente adicto a Twitter, a las pesas y a las proteínas, y desembolsó la cantidad de 8 millones de libras en 2011, cuando Connor tenía 18 años.
El salto a la Premier parecía óptimo para Wickham, desarrollado corporalmente desde una edad muy prematura, pero la necesidad de goles tan pronto y el peso de la casaca número 10 hicieron que la presión apareciera por primera vez en su carrera en el Stadium of Light. Aunque empezó jugando, fue la llegada a media temporada de Martin O’Neill, y alguna que otra lesión muscular que siempre acompaña al delantero, lo que no le permitió tener la continuidad necesaria en su primera temporada.
Ni la llegada de Paolo di Canio primero, ni la de Gustavo Poyet después confirmaron a Connor Wickham en el equipo, de manera que éste optó por salir cedido al Sheffield Wednesday que había arrancado mal en la Championship y necesitaba un revulsivo para cambiar la dinámica. Era noviembre de 2013 y 8 goles en más o menos tres meses hicieron que el Sunderland le reclamara en enero para reforzar al equipo, pero fue esta vez la llegada de Poyet quien provocó su marcha, ahora al Leeds United, donde solo estaría unos meses. Las numerosas bajas en el ataque de los black cats hicieron que volviera prematuramente sin brillar en Leeds, pero nadie esperaba lo que estaba a punto de suceder. Su vuelta a casa ha sido deslumbrante.
Programado para aniquilar rivales, el joven Connor Wickham ha dado un paso adelante en su carrera al hacerse por fin el hueco en el once que tanto tiempo llevaba buscando. Con el equipo hundido en la tabla y con Altidore y Fletcher fuera de combate, la falta de gol del Sunderland era tan alarmante como necesaria su solución. Cual Terminator en la película de James Cameron, esta vez no fue John Connor – aquel niño que de mayor será el líder de la resistencia - quien envió al robot desde el futuro para proteger a su equipo, sino que fue Gustavo Poyet, el mismo que meses antes le buscaba una salida al joven inglés, quien confió en el chico para salvar al equipo y cambiar definitivamente el rumbo de los acontecimientos, como si lo tuviera todo planeado. No le faltó razón al uruguayo ya que en tres partidos Wickham ha marcado cuatro goles que han servido para salir del pozo al equipo norteño cuando más difícil lo tenía. Último en la tabla y con un calendario que se antojaba imposible ante rivales como Manchester City, Manchester United o Cardiff City, que peleaba por lo mismo, todo ha sido más fácil a las espaldas del joven pero ya maduro Connor Wickham. Dichas actuaciones – dos goles al City, dos más al Cardiff y una asistencia para vencer increíblemente en Old Trafford- no sólo le han servido para ser venerado en su tierra sino también para ser nombrado Player of the Month del mes de abril. Ahora el Sunderland respira tranquilo ya que sólo una catástrofe lo enviaría a la Championship, y con Connor en el equipo, las catástrofes son más difíciles que se produzcan.
Su ascensión, lenta en un principio, ha dado un giro total en este final de temporada. Connor Wickham se ha consolidado por fin y como un torbellino ha mantenido a flote un barco que parecía hundirse. Realmente es una lástima que la transformación no llegara antes ya que con las debacles de Zaha y Wellbeck, Roy Hodgson no va sobrado de nueves para la cita de Brasil 2014.
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