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Inglaterra – Escocia, The Auld Enemies, la rivalidad más antigua

El sábado se disputa uno de los partidos clásicos del fútbol europeo de selecciones. Inglaterra y Escocia protagonizan una rivalidad encarnizada, que además es la rivalidad más antigua en la historia del fútbol.

Y es que este partido no es un partido cualquiera, ya que se enfrentan dos selecciones vecinas, que viven en un mismo estado y que mantienen una rivalidad histórica más allá del terreno de juego. Como no podía ser de otra manera, este derby fue el primer partido de fútbol entre selecciones, disputándose el 30 de noviembre de 1872, teniendo como escenario el estadio de Hamilton Crescent de Glasgow. Es uno de los partidos de fútbol entre selecciones más disputado con 113 partidos, solo por detrás del Bélgica – Países Bajos (127 partidos). Como decimos, la rivalidad entre ambos equipos es mucho más fuerte que la meramente deportiva, ya que Escocia e Inglaterra forman parte del Reino Unido y los escoceses tienen un fuerte sentimiento independentista, viendo a Inglaterra como el alma del estado y provocando en mucho de ellos cierto rechazo. 

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Este primer partido de fútbol entre selecciones no fue tal, ya que previamente Inglaterra y Escocia ya se habían enfrentado en varias ocasiones, pero si es el primer partido de fútbol internacional reconocido por la FIFA. 4000 espectadores fueron testigos de este partido que terminó con un 0-0 en el marcador. Escocia ya vistió su tradicional camiseta de color azul, y es que además era el color de la camiseta del Queens Park escocés, equipo que aportó los once jugadores del combinado. Por su parte Inglaterra vistió de blanco, con jugadores de 9 equipos (tres de la Universidad de Oxford, mientras que Hertfordshire Rangers, Notts County, Harrow Chequers, 1st Surrey Rifles, Universidad de Cambridge, Sheffield Wednesday, Crystal Palace y Barnes aportaron uno cada uno) y ya con los tres leones en su pecho. El precio de la entrada para este partido fue de 1 chelín.

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Antaño, esta rivalidad se reproducía año tras año. Y no solo entre estas dos selecciones, si no entre todas las selecciones que forman parte del Reino Unido. Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte (o Irlanda hasta su independencia en 1922) jugaban un torneo llamado British Home Championship, que dilucidaba quien era el mejor equipo del país. Los ingleses se llevaron el gato al agua en 54 ocasiones y los escoceses en 41, mientras que Gales venció 12 veces e Irlanda del Norte en tan solo 8 ocasiones. Otra muestra de la rivalidad entre ambas selecciones, que durante un siglo (el torneo se empezó a jugar en 1884 y su última edición fue en 1984) se disputaron el trono futbolístico de las islas.

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Como decíamos antes, Escocia e Inglaterra se han enfrentado en nada más y nada menos que 113 ocasiones, con 49 victorias para los Three Lions, 40 victorias para la Tartan Army y 24 empates. Hoy por hoy es fácil apostar por Inglaterra, ya que desde hace unos años el nivel futbolístico entre ambas selecciones no es comparable, estando los ingleses algún peldaño por encima que sus vecinos, sin embargo esta dinámica no fue real hasta mediados los años 80 de la pasada década, donde una victoria inglesa por 2-0 les ponía por delante de los escoceses por primera vez en su historia en esta rivalidad, poniendo el marcador en 40 victorias para los ingleses y 39 para los escoceses.

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Ambos equipos solo se han encontrado una vez en un partido de una gran competición y fue en 1996, y el escenario no podía estar más cargado de simbolismo. Wembley fue testigo de este partido de la fase de grupos de la Eurocopa de ese año, los dos viejos rivales cara a cara, en uno de los templos del fútbol y a la vez casa de uno de ellos. El resultado del partido fue de 2-0 a favor de Inglaterra, y nos dejó uno de esos momentos que la historia del fútbol guarda para estas ocasiones. Corría el minuto 76 y el 1-0 lucía en el marcador cuando Tony Adams derribaba a Gordon Durie dentro del área, y el árbitro italiano Pieluigi Pairetto no dudaba ni un instante en señalar penalti. Gary McAllister se encargó del lanzamiento que podía empatar el partido, pero se encontró con una parada providencial de David Seaman que envió el disparo del escocés a córner. Y lo que ocurrió después fue una locura, ya que tras rechazar el córner la defensa inglesa un magnífico Paul Gascoigne se inventó un sombrero a Colin Hendry dentro de su área, y sin dejarla botar batió a Andy Goram con un tremendo derechazo. Una jugada que hizo enloquecer a Wembley (al menos a la parte inglesa) y que sentenciaba el partido.

Twitter: @ProyectoPremier @AndresZV

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