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Mané incendia Goodison

El Liverpool se llevó el gato al agua en el derbi de Merseyside gracias al tanto de Sadio Mané en el 94' (0-1). El Everton fue más combativo en la primera mitad, el Liverpool dispuso del control en la segunda y encontró una recompensa que le permite acechar la estela del líder, el Chelsea. Los 'reds' están a seis puntos de los londinenses y firman la primera derrota del Everton como local.

evertonnExaltaciones a parte, no pasará a la historia este nuevo enfrentamiento entre los protestantes y los católicos de Liverpool. Pese a la épica final, sí. Por muy llamativo que sea el cartel de este tipo de enfrentamientos, lo cierto es que en muchas ocasiones prevalecen el músculo o el rigor táctico y la decepción es inevitable. Inevitable y total para un Everton que ya sabe lo que es perder los tres puntos en su estadio esta temporada. Su fortín ardió en llamas en el descuento. El Liverpool creyó más y se llevó al cuerpo el sabor más dulce. Triunfo ante uno de los eternos rivales y en el descuento. Lo de jugar mejor ya se analizará tendidamente mañana.

La efervescencia de los primeros minutos suministraba más aliento al Everton. El Liverpool, conocedor de que tal circunstancia se produciría, jugó con ese mayor desgaste de su rival y mantuvo la cabeza fría. Tarea complicada en los derbis, donde las revoluciones se disparan a niveles exponenciales. Aunque daba la sensación de que estaban sucediendo muchas cosas, lo cierto es que había pocas noticias en las áreas y el partido exigía algo más. El Everton estaba un peldaño por encima con Coleman deshinibiéndose en ataque por su carril. El irlandés es de esos futbolistas a los que poner el turbo y no pensar les beneficia. A ellos y a su equipo, que es lo que importa.

El Liverpool no contaba con el dominio pero sí con el factor de que a la mínima que aparecieran sus hombres de ataque, el temor en el rival se instauraría. Se echaba en falta a los Firmino, Mané (quién lo diría...) o al enrachado Origi. Buenas noticias para Ronald Koeman. En su guión de partido no había cabida para la tripleta atacante 'red'. Tampoco prácticamente para Stekelenburg y Mignolet, a quienes el tiempo de descanso les vino de más. No iba a ser un bucle de calorías quemadas por los guardametas el primer acto. En su conclusión se quedó en la ducha McCarthy, que sufrió molestías tras un choque con Firmino. Al verde Gareth Barry.

maneeeLé tocó ponerse el mono de trabajo a Stekelenburg al desbaratar un intento de vaselina de Firmino. La defensa del Everton hizo el resto para dejar los garbeos por el área de Mané y Clyne en agua de borrajas. Comenzaba a haber síntomas del ADN Klopp en los 'reds'. Más enanos le crecían al Everton con las lesiones, esta vez en la portería. Joel tuvo que recoger el testigo de Stekelenburg. Les vino de perlas la pausa a los 'toffees', que neutralizaron un poco el abultado dominio territorial  del Liverpool. A falta de 10 minutos, Firmino de nuevo puso a prueba los reflejos de un Joel al que no le pasó factura ingresar en el campo sin apenas calentar. Brillante la estirada del españolNo iba a llegar, sin embargo, a un disparo mordido de Sturridge que repelió el palo y cuyo rechace paseó en zona mortífera donde Sadio Mané apareció con la gasolina y las cerillas. El plus de velocidad del senegalés en la prolongación invita a dar caza al Chelsea. Esto no sólo es cosa de Sergio Ramos.

La balanza en los derbis sigue decantándose a favor del Liverpool, que acumula 12 consecutivos sin perder. Los aficionados del Chelsea se frotaban las manos pero ya saben que este equipo no les va a regalar nada. El Liverpool quiere seguir creyendo.

 

Ficha técnica:

Everton: Stekelenburg (Joel 63'); Coleman, Funes Mori, Williams, Baines; Gueye, McCarthy (Barry 46'), Lennon, Valencia (Calvert-Lewin 72'), Barkley; y Lukaku.

Liverpool: Mignolet; Clyne, Lovren, Klavan, Milner; Henderson, Wijnaldum, Lallana (Emre Can 82'); Firmino, Mané (90+8 Lucas) y Origi (Sturridge 82').

 

Goles: 0-1 min.90+4, Mané.

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Antonio Portillo

El fútbol inglés, desde su génesis, exhibe propiedades que lo hacen único y seductor. De generación en generación se transfieren valores que enamoran desde la esencia misma del juego: la pasión. Como un orfebre que labra metales, la cultura futbolera inglesa enlazó hitos preciosos a lo largo de su historia.

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