Mario Balotelli, entre el cielo y el infierno

Decía Kurt Cobain en una de sus más celebres declaraciones “La gente se ríe de mi por que soy diferente, pero yo me río de ellos porque todos son iguales”. Esta frase es la que define con total rotundidad la carrera futbolística de un díscolo jóven, un futbolista diferente, un deportista capaz de lo mejor y también de lo peor, un genio dentro de un terreno de juego pero una bomba de relojería fuera de él. Estas palabras se verían reflejadas en la figura del actual jugador del Liverpool, Mario Balotelli

Hace un par de semanas, el Liverpool visitaba un campo difícil como es el Stadium of Light, solucionando la papeleta no sin algunas dificultades que se esperaba que podrían aparecer, pero una acción que pasará como anecdótica llamo mi atención poderosamente y no fue otra sino la caída de Mario Balotelli en una contra del conjunto “red”. El delantero italiano se escurrió cuando, con todo a favor, se quedaba mano a mano con el ultimo defensa del Sunderland, provocando la carcajada general del respetable. Esta acción sin aparente peso,refleja el estado actual de la estrella italiana.

Como bien decía Xavi en una entrevista concedida recientemente a Canal + “el jugador actual tiene que ser veloz mentalmente y balotelli-5físicamente”. Observando el otro día a Balotelli, se puede apreciar que esas cualidades que antes le hacían diferente y que le recompensaron con contratos millonarios han desaparecido, pero no por una falta de entrenamiento, sino por una falta de motivación, de confianza, de sentir que es lo que está haciendo en ese momento. Se ve reflejado en sus gestos en su “body language” con los compañeros,  no es ese jugador con un carácter volcánico si no que se encuentra apático, incapaz de dar una solución a los problemas que actualmente le rodean.

Para describir el origen de esta apatía nos debemos remontar a la Italia de los 90, con un Mario niño el cual se ve abandonado por sus padres debido a la incapacidad de estos para darle un sustento económico, lo que provocaría que un matrimonio de clase media italiana terminase por adoptarle. Debido a su distinción racial con el resto de su entorno, incuba una personalidad fuerte, madura para su edad pero intolerante con algunos aspectos, pero sobretodo crece en él una confianza tal que le hará ser imparable.

Innumerables son los episodios de insubordinación con sus entrenadores y compañeros, que pasaban desapercibidos dado a su gran rendimiento dentro del terreno de juego, cuando algún miembro de la prensa preguntaba alguno de los integrantes de su equipo por alguno de esos episodios, lo resumían con la escueta pero efectiva frase “Es Mario”. Una de esas insubordinaciones terminaría con su salida inmediata del Manchester City, tras agarrar y zarandear a su entrenador, Roberto Mancini.

2014_12_2_PHOTO-0a2cbfe726b5cde7cfde22afc5bf84fd-1417516339-24En resumen, se le perdonaba todo por que era el mejor, pero ahora  ha dejado de serlo, es infeliz, no comulga con la afición de Anfield y para colmo su rendimiento es muy inferior a los 15 millones de euros que deposito este verano el Liverpool por su fichaje. Tampoco ayuda que en las últimas semanas también haya sido sancionado por supuestos comentarios racistas hacia los judíos, a lo que Mario respondió con un contundente "En la foto aparece Super Mario y pensé que era gracioso y no ofensivo. Pido disculpas. No todos los mexicanos tienen bigote, no todos los negros saltan alto y no a todos los judíos les encanta el dinero".

La solución para un deportista que ha perdido la ambición por ganar, el sentimiento de aprender, es abandonar esa disciplina durante un tiempo, alejarse de todo ello, como bien decía Pep Guardiola “ver todo con la distancia suficiente que me haga ver como puedo volver a ser el mejor”.

Este artículo ha sido escrito por Miguel Lozano, graduado en Psicología con un máster de Coaching deportivo. Su Twitter es @MiguelLozanopsi. Ha trabajado, entre otros lugares, con la Real Federación Española de Fútbol (RFEF).

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Antonio Portillo

El fútbol inglés, desde su génesis, exhibe propiedades que lo hacen único y seductor. De generación en generación se transfieren valores que enamoran desde la esencia misma del juego: la pasión. Como un orfebre que labra metales, la cultura futbolera inglesa enlazó hitos preciosos a lo largo de su historia.

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