El banquillo que dejó vacante O'Neill tras su destitución ya tiene líder: el siempre polémico Di Canio, famoso por hacer saludos fascistas en su etapa como jugador
Paolo Di Canio vuelve a la Premier League. Veinticuatro horas después de la destitución del técnico norirlandés Martin O´Neill, la directiva del Sunderland ha decidido tomar cartas en el asunto y con la mayor rapidez posible buscar un mánager. El perfil estaba muy definido: entrenador con carácter, con la personalidad suficiente como para aguantar una afición que lleva mirando de reojo al descenso desde hace varias jornadas y con la fuerza de voluntad necesaria para levantar la moral a un equipo que ha visto como en las últimas jornadas su máximo artillero, Steven Fletcher y su capitán, Lee Catermole, sufrían lesiones hasta final de temporada.
Los black cats, tras sumar seis de treinta puntos posibles, ven en Di Canio el artífice de una remontada que les permita alejarse del descenso, situado ahora a tan sólo un punto. El técnico romano afrontará su nueva etapa con lo aprendido en su anterior equipo -el único al que ha dirigido-, el Swindon Town de la League One, al que consiguió subir en su primera temporada como técnico.
El italiano tiene como objetivo sumar el máximo de puntos en las siete jornadas restantes de campeonato, misión complicada pero al alcance de un purasangre colérico y capaz como Paolo Di Canio. Aunque esperemos que no tenga arrebatos de cólera como en su antiguo equipo, cuando en una ocasión cambió a su portero en medio del encuentro de mala manera o cuando tuvo un encontronazo importante con su delantero (ver vídeo).
La primera reacción a la contratación de Di Canio ha sido la dimisión del vicepresidente del equipo, David Miliband, al que el oscuro pasado del nuevo entrenador le descartaba para entrenar al Sunderland. Da la casualidad que la semana pasada el propio Miliband, del partido laborista, renunció a su escaño en el Congreso británico para formar parte de una organización caritativa de Nueva York. Además -según Begoña Pérez- los padres del excongresista se exiliaron de la Alemania nazi, lo que da una explicación clara de la decisión tomada por Miliband.
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