Sin Agüero, no hay paraíso

Victoria de los chicos de Pellegrini (2-4) , que hasta los últimos compases del partido, no estuvo cómodo en ningún momento. La alta presión del Fulham y la fragilidad defensiva pusieron en continuas ocasiones nervioso a un Hart que volvía a la portería tras 7 partidos de liga. Marcaron para los locales Richardson y Kompany en propia puerta. Para los citizens marcaron Toure, Kompany, Navas y Milner.

 

Que a este City se le da muy mal jugar fuera no es noticia. Que tiene lo necesario para ser campeón, indiscutible. Hoy el Fulham le puso en aprietos. Y muchos además. Desde el pitido inicial, los de Meulensteen le presionaron muy arriba, anulando bien el centro del campo y dejando a Silva aislado de todos sus compañeros. Sin un guía, el City corría y corría pero sin encontrar la cerradura de los cottagers. Si a todo esto le sumas un juego defensivo nefasto -sobre todo Clichy-, el panorama es cuanto menos, inquietante. Hasta el minuto 23, que marcó un tremendo golazo de falta directa Yaya Toure, los skyblues no consiguieron enchufarse. A partir de ahí, los de Pellegrini combinaban mejor pero sin peligro real sobre Stekelenburg. De hecho, el segundo gol del City también llegó a balón parado. Sacó Silva una falta a la cabeza de Demichelis. El argentino cabeceó a puerta, el rechace le cayó a Kompany y para adentro. 2-0 y todo a balón parado. Excesivo castigo para un Fulham que si sigue en esta senda, podrá alejarse del peligro del descenso no tardando mucho. Mucha presencia de Riise y Richter por banda, Taarabt con mucha movilidad y con mucha intensidad defensiva son los credenciales de Meulesteen.

La segunda parte confirmó que el Fulham, aparte de todo lo ya dicho, tira de corazón cuando la situación es totalmente adversa. Cuatro minutos tardó Taarabt en robar un balón en la frontal, correr toda la banda dejando a Clichy en la cuneta y dejarle un balón en bandeja a Richardson, que fusiló a Hart poniendo el 1-2 y la sensación de que el Fulham iba, no solo a remontar, sino que incluso podría ganar. Diez minutos después, el despeje más extraño de la temporada se dio en Craven Cottage. Un balón realmente sencillo, tres jugadores del City y uno del Fulham. Resultado: gol en propia de Kompany tras una inverosímil parábola. El defensa que mejor lo estaba haciendo se marcó un cruel gol en propia puerta y parecía que la moral del City se iba por el desagüe. Pero nada que no pueda remediar la calidad individual de los de Manchester.

Pellegrini movió el banquillo, metió velocidad y trabajo con Navas y Milner y ambos marcaron. Negredo encontró dos buenos socios en ataque. La multitud de recursos que tienen los citizens es envidiable. Pero cuidado, no siempre con esto podrán ganar fuera de casa. En el Ettihad es otra cosa.

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Antonio Portillo

El fútbol inglés, desde su génesis, exhibe propiedades que lo hacen único y seductor. De generación en generación se transfieren valores que enamoran desde la esencia misma del juego: la pasión. Como un orfebre que labra metales, la cultura futbolera inglesa enlazó hitos preciosos a lo largo de su historia.

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