Inglaterra, siempre favorita pero sólo una vez ganadora, sólo tiene un Mundial (1966) en sus vitrinas como selección absoluta
España, Alemania, Italia y Francia. Todas estos países han visto como sus selecciones han triunfado varias veces en Eurocopas y Mundiales de fútbol a lo largo de la historia. Presumen de tener grandes equipos y jugadores en sus ligas, las mejores ligas del continente. Pero hay un país, concretamente la cuna de este deporte, que hace años que no ve éxito alguno como selección: Inglaterra.
Cuando en noviembre de 2007 Inglaterra perdió contra Croacia por 2 a 3, y como consecuencia su billete para la Euro de Austria–Suiza, un sentimiento de impotencia y frustración se apoderó de los aficionados ingleses. Lo mismo ocurrió con el papel de Gran Bretaña en las Olimpiadas de Londres de 2012.
Se trata de una afición apasionada, fiel y etiquetada erróneamente de violenta sólo por el comportamiento de los Hooligans. Pero también, por desgracia, empieza a ser conformista. Inglaterra, en su último partido de grupos de clasificación contra Polonia el pasado martes, tuvo que esperar al minuto 85 para certificar su asistencia al Mundial de Brasil (2 a 0).
Lo importante es participar. Es lo primero que los niños aprenden en sus inicios de cualquier deporte, pero en un mundo tan exigente como el actual, la fama y el reconocimiento, salvo en contadas ocasiones, se consiguen con el triunfo. Y aunque el seleccionador inglés, Roy Hodgson, lo sabe, carece de ambición o peca de prudente, ya que comparó las opciones de ganar el próximo Mundial con las de ganar en la lotería: “Si quieres que te toque, primero tienes que comprar el billete”.
La generación de los Lampard, Gerrard y Rooney, junto con un elenco de jóvenes futbolistas como Sturridge, Welbeck o Gibbs tienen la oportunidad de honrar a su país en Brasil y luchar por conseguir el segundo título -tras el Mundial del 66- a nivel de selección absoluta. Sin duda, sería la mejor forma de recordar a grandes mitos como Stanley Matthews, Gary Lineker, Alan Shearer, John Barnes, David Seaman o Paul Scholes.
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